En el último Congreso Nacional de Geografía celebrado en el mes de Noviembre en la Universidad Católica de Temuco, nos unimos en torno a discusiones y preocupaciones por el estallido social que se manifestaba en todos los lugares del país, y formulamos un ferviente llamado a que nuestros socios y sus unidades académicas enfatizaran las investigaciones y participaciones en torno a los problemas territoriales que caracterizan los espacios de desigualdad, inequidad y sacrificio en Chile.
En la reunión de directorio, celebrada hoy, 20 de marzo de 2020, estimamos necesario reconocer nuevamente la necesidad de estimular a nuestros socios a compartir sus inquietudes, particularmente respecto a la situación de la geografía médica en Chile. También acordamos dirigirnos a nuestros asociados y a las autoridades del país para llamarlos a adoptar todas las medidas que sean necesarias para evitar que en el país se repitan las dolorosas situaciones observadas en otros continentes como consecuencia de la presencia más perversa de la globalización, representada ahora por la pandemia del Corona Virus. Como en otras perversidades conocidas a escala global, la humanidad busca refugio en sus espacios locales. Los territorios, lugares, comunidades, familias y hogares se transforman una vez más en nuestros verdaderos nichos ecológicos. Las relaciones sociales hacia adentro se tornan imprescindibles y los valores de solidaridad, complementariedad, apoyo mutuo y acompañamiento, adquieren una importancia fundamental. La necesidad de salud pública, accesible, equitativa y oportuna denuncia la ineficacia de las fórmulas individualistas y mercatilizadas que han caracterizado el desarrollo del sector las últimas décadas. Como en la totalidad de los aspectos socioterritoriales de Chile, solo la existencia de una salud pública socialmente distribuida con justicia, puede garantizar certezas de atención que derroten un modelo que hasta ahora, como en tantas otras catástrofes nacionales, presenta una desnudez y crueldad asociada a la injusticia y desigualdad.
El congelamiento de las relaciones espaciales y la movilidad y la imprescindible cuarentena obligatoria, nos reduce a todos a nuestro verdadero espacio vital, redefiniendo la territorialidad y remontándola a un pasado ancestral en que los ayllus o los lofs de nuestros pueblos originarios ofertaban el acompañamiento necesario a la humanidad, que resulta tan debilitada y amenazada en estos inciertos días. Las comunidades originarias existían (y afortunadamente existen aún) como núcleos de relaciones sociales y culturales para brindar la seguridad que individualmente y debido al capitalismo dominante, no podemos olvidar.
Deseamos entonces, enviar a todos nuestros asociados, a sus familias y a nuestros compatriotas un mensaje de solidaridad y de acompañamiento, convencidos que otra geografía es posible e inevitable. Los invitamos a sumarse a la compilación, comentarios y preocupaciones que hacen que nuestra disciplina esté siempre presente. Nuestro colaborador Felipe Castro Gutiérrez, académico del Departamento de Ciencias Ambientales de la Universidad Católica de Temuco, acudió en pocas horas a nuestro llamado y nos envió la cartografía que les adjuntamos. Junto con agradecer su contribución, les instamos a geograficar nuestros sufrimientos, convencidos que de estos mapas surgirá una cartografía de esperanza.